I. Hugo Gómez poseía toda clase de talentos menos el de hacer dinero. Habiendo heredado de su padre un gran sable de caballería y una «Historia de la guerra peninsular», en quince tomos, se dedicó a comerciar. Luego trató de vender jerez, pero este negocio le volvió a fallar también. Aumentando sus desgracias, se enamoró de una muchacha que se llamaba Laura y era hija de un coronel retirado. Los jóvenes se adoraban. El coronel sentía un gran afecto por Hugo, pero no quería ni oír hablar del matrimonio y decía: «Ven a pedirme la mano de Laura teniendo 10 mil libras».
II. Una mañana dirigiéndose a casa de Laura, a Hugo se le ocurrió hacer una visita de paso a un amigo suyo. Alán era pintor. Aquella mañana Hugo encontró a Alan pintando a un mendigo. Por ser éste un viejo lleno de arrugas, con una expresión cansada, no pudo menos de provocar a Hugo la compasión. Habiendo pasado un rato, Alán salió de la habitación para unos minutos. El viejo mendigo, aprovechando la ausencia del pintor, se sentó en una silla. Hugo metió la mano en el bolsillo, sacó la última libra y se la dio al mendigo. Luego se marchó deprisa sin despedirse de Alán. Unos días después, los amigos volvieron a encontrarse.
— ¿Qué, Alán? — preguntó Hugo, — ¿acabaste el cuadro?
— Sí, lo terminé. A propósito, el mendigo que viste aquella vez posando en mi estudio, me preguntó más de una vez por ti y por no tener otro remedio se lo he contado todo.
III. — ¿Qué has hecho? ¿Quieres que siempre ande pidiéndome limosna? Estoy seguro de que al acercarme a mi casa lo veré con la mano tendida. Y además, ¿para qué le has contado todos mis asuntos privados?
— Amigo mío, ese viejo mendigo, como tú dices, es uno de los hombres más ricos de Europa.
— ¿Qué dices? — se asombró Hugo.
— Pues lo que has oído. Este viejo es mi amigo, el barón X. Hace un mes quiso que le hiciese un retrato vestido de mendigo. ¡Caprichos de un millonario!
— Soy desgraciado en todo — murmuró Hugo. — Por lo visto ya anda burlándose de mí para complacer a sus amigos.
A la mañana siguiente el criado le pasó un sobre. Hugo se extrañó al leer las palabras escritas allí: «Regalo de boda a Hugo Gómez y a Laura Merton de un viejo mendigo». Dentro del sobre había un cheque de 10 mil libras.
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Hugo fracasó en la venta de vino. Luego trató de vender jerez, pero este negocio le volvió a fallar también.
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El que sería su suegro era un militar jubilado. Se enamoró de una muchacha que se llamaba Laura y era hija de un coronel retirado.
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Hugo cayó en gracia al coronel. El coronel sentía un gran afecto por Hugo.
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El viejo mendigo...
Resultó ser un hombre riquísimo. ese viejo mendigo, como tú dices, es uno de los hombres más ricos de Europa.
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A propósito...
El modelo le preguntó varias veces al pintor acerca del joven que le había dado limosna. A propósito, el mendigo que viste aquella vez posando en mi estudio, me preguntó más de una vez por ti y por no tener otro remedio se lo he contado todo.


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Ему пришла в голову мысль навестить мимоходом своего друга (по смыслу).


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Он уже высмеивает меня, чтобы доставить удовольствие своим друзьям (по смыслу).
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